lunes, 8 de febrero de 2016

¡QUÉ FABULOSO FEBRERO!

Cinco días de amor en febrero,
Cinco cuentas doradas de un rosario,
Cinco fracciones en sucesión del calendario,
Cinco gotas del más puro acero.

Cinco noches de luna balanceante,
Cinco lunas manando miel,
Cinco instantes abrazados piel con piel,
Cinco momentos de amor trepidante.

Cinco jornadas de sueños de alianza,
Cinco amaneceres despertando en tus brazos,
Cinco datas que reafirman nuestros lazos,
Cinco fechas de tributo a la templanza.


LOS SUAVES ROCES DE TU BOCA

Entre los suaves roces de tu boca

y la grata fragancia de tu aliento

la vaga sombra de mi mente loca,

propala la luz libre de tormento.


Tersas caricias que mi cuerpo aboca

frescas como las aguas del riachuelo,

que alegre serpentea la gran roca

con el rápido caudal del deshielo.


Tus besos tienen aliento de rosa,

de flores pulidas de toda espina

y el rosáceo de tu cara hermosa

descuella en el jardín de paz divina,


Reina mía, ¡bésame con derroche!

cuando levanta el sol en las auroras

y cuando oscurece al llegar la noche

bésame, siempre, y a todas las horas;







17012015







CON EL CAFÉ Y TUS LABIOS

El café y tus labios


Entre el café y tus labios,

tan sólo un paso,

Entre tus labios

y mi corazón un instante.


Entre tus manos

y las mías la suave caricia,

Entre mis ojos

y los tuyos la mirada cómplice.


Había ganas reprimidas

e ilusiones deseadas

de fusionarme entre

tus brazos, sentirte mía.


Y cada momento,

cada palabra,

en esa calle sin salida

beso a beso taponada,

Una luz se encendía,

la complicidad alumbraba.


¡Qué dulce son los besos

cuando te salen del alma!

¡Qué dulce tu boca,

suave húmeda y con ganas!

¡Qué poquitos han sido

cuando quiero tener tantos!

¡Que me saturen de besos,

de caricias y abrazos!






SE TE ESCAPA ENTRE LOS DEDOS

Amantísima reina mía
Soberana de mi corazón
¿Cuántos  minutos carga el día?
¡Cuántas miguitas de pasión!

Te empeñas en correr tras el viento
Jamás lo conseguirás  porque para él,
Aún a lomos del más brioso corcel,
Tu andar siempre sería lento.

Por qué te empeñas en represar;
El río de las aguas en su corriente
Si no existe un antecedente
De alguien que  lo haya podido lograr.

Se te van las horas en el vano empeño,
De retener entre tus maternales dedos
Cargados de penas, dudas, miedos,
El escurridizo aceite que te quita el sueño.

REENCUENTRO NAVIDEÑO

Una mesa moderna, holgada casi oval,
De imágenes navideñas, tocado el mantel
Y en aquel entorno de mágico pincel;
El Júbilo de un reencuentro sin igual.

Hay un sitio desocupado hacia el cual,
El viejo tiende, a veces, su mirada de miel
Y se habla de ella, de la ausente, pero él
En silencio, añora su risa en la mesa pascual.

La hija sirve, con la alegría de vivir,
La suculenta vianda y el plácido manjar,
Que animan al momento la cena familiar,
Mas, al padre, le falta gozo y afán de reír,

Y los hijos felices algo le quieren decir:
"Es a sus hijas a las que, hoy, quiere arropar
Y tú resolviste, a tu vez, a los tuyos abrazar,
Disfruta el emotivo instante y mira al porvenir”



La Pelusa

La Pelusa

Esto, que ahora, aquí escribo
¿Será libre verso? ¿Será libre prosa?
¿Será un canto a la fuerza del amor?
O ¿será una plegaria a la angustia?

Temprano en la plateada mañana
Tomo el agreste sendero del silencio;
De las piedras, de los riscos y la tabaiba
Calientes, por el sol del fuego
Y  atemperado por los alisios del biruji.

Mis pensamientos se arremolinan,
Cual enjambre de abejas enfadadas,
Ante sus celdillas amenazadas
Por la pelusa de infantes agraviados.

Tengo un amor, de roca ígnea y cuyují,
De diamante, corindón y de topacio,
De esmeralda y agua marina,
Que desdeña el banal almidón.







JUBILACIÓN

Medio siglo que lento se desliza

Por los canales de duro trabajo,

Me llega el retiro, abandono el tajo,

Tomo la pista de la suave brisa.


Ni cumplo horarios ni tengo presiones,

Voy a incorporarme a los senderistas,

Riego las vicarias, ¡qué buenas vistas!

Me acojo a mis perennes vacaciones.


En todas mis peñas hay un murmullo,

Que espera por mi verso confidente,

Erigiendo un panteón con tridente,

Custodiado con canciones y arrullo.


Los años atiborran la experiencia,

Cincelan mi labor incomprendida,

Cita en la universidad de la vida:

La carencia deriva a la excelencia”.


No convive en mi faz la despedida,

Percibo el rastro que dejan las huellas,

Nadie es ajeno, ni aún las estrellas,

A la mudanza de tono en mi vida.


La luz que ahora mantengo encendida

Satisfecho, retirado y ufano,

Es el sol que me calienta en verano

En la terraza que el reposo anida.


Y aunque jubilado muy poco gano,

Después de cinco décadas de esfuerzo,

Lo que me gusta sin trabas ejerzo

¡EH! valió la pena nada fue en vano.