miércoles, 26 de junio de 2013

Gracias...


Compartes tu vida con la mía...

Con una mirada entregas el alma,

Sentir tus caricias, besarte con calma

Es para mí, el pan de cada día.


Entrelazado al túnel de tus piernas,

En momentos de glorias celestiales,

Perdidos en sensaciones eternas

De dicha, goces y venturas terrenales.


Se me está haciendo un hábito quererte;

Terrible necesidad, singular dependencia,

Que a cada instante peno por verte

Cuando te alejas en justificada ausencia.


Gracias por ser la vara de equilibrio

Que en la cuerda floja me permite caminar,

Gracias por ser venda, bálsamo, alivio

Para los cortes y golpes de la vida curar.


Gracias por ser, un eslabón de oro

En la pobre cadena de mi existencia,

Por las cosas que me gustan, que adoro

Cuando parece que perdía la paciencia...


Gracias por permitirme amarte

De la tierna forma en que te amo.

Gracias, por estar conmigo, por quedarte,

Gracias por responder cuando te llamo.


Gracias por regalarme lo bueno o “malo”

De ti, en cada beso en cada abrazo,

En cada tramo de tu piel que firme escalo

Sin prisa, sin riesgos, resuelto, paso a paso.



Gracias por ser tan linda, mujer adorada,

Por estar ahí, esperando el reencuentro,

Gracias por ser amor, cómplice, aliada,

Y por besarme dulcemente en cada momento.


Gracias, gracias, gracias, gracias…




jueves, 13 de junio de 2013

El Recuerdo de mi Padre


Rectitud y bondad,

firmeza y amor,

sermón andante,

ejemplo que educa.


Paladín de la virtud,

en la rectitud de su honradez

se viste de galas

la bondad infinita.


Su palabra suave

de confines convincentes,

somete a la obediencia

con dignidad e hidalguía.


La misericordia, la devoción

y una fe inquebrantable

eran, de mi padre, la divisa

que me inculcó el amor

a Dios y el camino recto

de la tolerancia y la ternura.


A pesar de la enfermedad cruel

y el cautiverio de la pobreza

que en su pecho abrieron

incurable herida,

nunca cambió su rumbo

con la certeza de la muerte

y más allá de ella

la esperanza de vida.


Padre devoto, amigo fiel,

compinche en las hora malas;

previsor limpia de piedras

el camino,

chapea las espinas y los abrojos,

facilita el paso a sus hijos

y previene los tropiezos.


Hoy todo lo evoco, padre mío;

tus quejidos, la voz triste,

tus palabras postreras,

tus últimos consejos

a mi ceñidos,

la lúgubre tarde que te fuiste.


Oiga el universo este himno,

el clamor de mis versos

y estés dónde estés,

tu alma los perciba;

versos de amor, devoción y respeto

que eternizan en mí

tu presencia siempre viva.


Fallecido el 25 de marzo de 1977 a los 71 años.