sábado, 27 de junio de 2020

El mar y yo

El mar, siempre el mar;

¡con qué fuerza me atraen!

el azul del mar profundo,

y los bramidos del temporal.


Esos susurros en las noches,

dulces nanas para el sueño

que el mar emite, sin reproches

porque del silencio, es el dueño.


Cada día con empeño

tropieza el mar con mis ojos,

como un dios omnipresente

sin límites a sus antojos.


Desde la cumbre veo el mar

lejano, como salido del cielo,

y desde medianías los veleros

imitan gaviotas, en raso vuelo.


En la playa su ley es sencilla,

aunque sus ondas me ofrece,

el mal que mi hombro padece

me obliga a tomar la orilla.


Sin que me asistan las prisas

para el día, que yo me muera;

no me coloquen en urna huera,

tirad al mar azul mis cenizas.


Las olas mecerán mis restos,

y en las que se rompen bramando

visitaré playas desiertas flotando

en sabanas, de espuma envuelto.


Mirad al mar, allí estará el viejo

en el amanecer que quema,

en la luna gigante que riela

y en las letras de cada verso.


No me pongáis flores no quiero,

el tierno desplegarse de la ola

reemplaza la más bella corona

de flores y aromas de romero.


25 de junio 2020




El viejo jamelgo

Camina lento el viejo jamelgo

de torpes cascos y cabeza gacha

como si olisqueara el camino.


Su hirsuta crin atesora guijarros

al vaivén de su renqueante paso.


Se agota el tiempo de vivir,

la razón invade los impulsos;

solo le acechan los recuerdos

y el cansancio en la mirada.


Llora y no asoman sus lágrimas,

sus ilusiones quedan en la estacada

y al pie de la cerca cerrando los ojos

la vida, plagada de espinas y abrojos.


4 de abril de 2019.




lunes, 22 de junio de 2020

A MIS 75


Yo nací una vez, un día,

con el mayor fundamento,

en el pueblo de Fomento

y me criaron en Güinía.


Y en el Escambray profundo

de naranjeros y cafetales,

aprendí buenos modales

para enfrentarme a este mundo.


Setenta y cinco años después,

tantos lustros he cargado

que mi espalda se ha doblado

mirando este mundo al revés.


Todo lo veo en mi verso

que se asoma al amanecer,

encadenándome al placer

de abrir mi alma al universo.


Y a pesar del tiempo adverso

que casi detiene la vida,

no me aferraré a la huida;

lo amansaré con mi verso.





Languidece la tarde

Espabilo de la siesta

y detrás de mi persiana

vi languidecer la tarde:

de riveras, mar y cielo,

embadurnada de azules,

de beige, de blanco y naranja.


Con el ocaso a mi espalda,

ya se insinúa la sombra;

absorbe el azul marino,

lentejuela al firmamento,

mientras la rivera funda:

faros de propio derecho.


Para mi hombro dolorido,

mi indómita alma encerrada,

mi estropeado corazón aislado,

y el útil sendero vedado:

¡vistas del mar, cielo, playa

y la fe, sin pensar en nada!





viernes, 19 de junio de 2020

Fin de una historia de amor


Perdí mi tiara, mi altar sin placeres

mundanos, con pena brilló mi frente

y ante el sol se levantó indiferente

a las angustias de hombres y mujeres.


Hoy tengo miedo de las hojas muertas,

y aparto de ti mi corazón frío,

miedo de prados llenos de rocío

y de poder tocar en otras puertas.


No encontrarás besos como los míos

ni ojos que lloren como yo he llorado;

con la ternura que yo, te he amado

ni tendrás el sol de los días fríos.


Caminaste voluptuosa y malvada

en el interior de mis brazos buenos,

con tu desprecio pusiste los frenos

a la colmena, de miel intocada.


Sobrellevé en mi carne tu abandono

y de pronto estrangulé tus venenos

en mis desvaríos y desenfrenos;

[aquellos los que en mi alma hoy arrincono]


Y juntos viajamos hacia la aurora

volver a empezar no vale la pena,

fugitivos de la misma condena,

lo que ignoraba, no lo callo ahora.


No fue este amor, un amor de cobarde

pero ahora el menú para una cena,

aunque sea nutritiva y amena

la mesa de a dos ha llegado tarde.


Junio de 2007.








miércoles, 17 de junio de 2020

Amar a Distancia

 

No existe distancia aquí

mientras el corazón late,

y el viento nos arrebate,

los versos que te escribí.


El tiempo pasa sin prisa

y la ausencia de tu rostro

en mi soledad arrostro

en los ecos de tu risa.


Esta distancia no existe,

jamás es verdad si se ama;

y el correo diario aclama

el amor que entretejiste.


Hay música en mi teclado,

salen las letras talladas,

radicales plateadas,

gotas de agua en el tejado.


Y en el éter circundante

tu imagen bella y prudente

no pierde su garbo y siente

nuestro abrazo trepidante.


Y si la distancia disgrega,

la fuerza de amor alcanza

fortalecer nuestra alianza

me escuchas, tu voz me llega.


La distancia no entristece

siempre que el céfiro aviente

con la brisa confidente

a la espiga que florece.

13/03/2013



martes, 16 de junio de 2020

Dolor del alma

Dolor que a la vida agrieta,

sangre es la letra oportuna,

más que un triste canto es una

plegaria, del alma inquieta.


Cuando no existe el amor,

los llorosos sentimientos

elevan a los momentos

mustios, plenos de dolor.


Solo capto en el teclado

su foto en pantalla blanca,

verso inconcluso del alma

de bardo, desanimado.


El dolor desaparece

cuando la palabra es verso,

en el ignoto universo

(del poema a corregir,)

mientras la vida se cuece.


Acre soledad invade

con la ausencia y la tortura.

(¿Por qué, ella, a mi cuerpo asecha)

si en él cargo la locura

que su sin razón, evade?


16-6-2020 EDITADO