La amó como el jardinero
ama a la rosa,
que le supo a miel
la gota de sangre
que enamorado sorbió
de sus afiladas espinas.
La amó como el devoto fiel
que colgó enardecido
su imagen hermosa
en lo más alto del altar.
51017
La amó como el jardinero
ama a la rosa,
que le supo a miel
la gota de sangre
que enamorado sorbió
de sus afiladas espinas.
La amó como el devoto fiel
que colgó enardecido
su imagen hermosa
en lo más alto del altar.
51017
No cedo a la duda;
Sólo al temor cedo,
Aferrado al miedo
Que al corazón anuda.
Ser lo que se merece
A mi razón ocupa,
Este amor que aúpa
Y en sus brazos mece.
La fe recuperada,
El corazón liberado;
Al fin he encontrado
La mujer esperada.
Llenado el espacio,
Del corazón vacío,
Vibra éste, con brío
Y de su miel me sacio.
Tú, mujer deseada,
Que de amor me llenas;
No te llegarán penas,
Sólo amor en cascada.
Y mirando las flores,
Que adornan el prado,
Espero apasionado
Que de mi te enamores.
02032013
Nunca lastime la delicada flor que adora,
esa que en derroche de ternura sin excesos,
embalsama tu rostro con la miel de sus besos
la dulce, amorosa y gentil besuqueadora.
Ella te ama, te besa y en su interior evoca,
la singular caracterización de tus besos:
tiernos, tibios, fuertes, sinceros, puros, traviesos
y todos como un manjar, hechos para su boca.
Besos vivos, potentes, cariñosos, ardientes,
amantes, enérgicos y suaves a la vez,
apasionados y tiernos, dados sin doblez,
le arrebatan los sentidos dulces, vehementes.
Es el beso la llama más ardiente quizás,
que nunca podría el amor de su alma negar,
porque en una caricia y un te quiero al besar
están los detalles que no se olvidan jamás.
Con tus manos en mis manos,
con tu boca en mi boca,
uncidos nuestros cuerpos
al amor que nos abrasa,
sin la presencia del tiempo
para contar las horas.
Sumergido en la inmensidad
de tus grandes ojos,
por cada feliz noche
que en tu regazo duermo,
así y solamente así
descansará mi cuerpo.
Tu dulce sonrisa
Embalsama las heridas del alma,
Enamora al corazón
Y cautiva los sentidos.
Tus pequeños labios,
Suaves como el terciopelo
Complementan la avidez
Sedienta de los míos.
Mujer de mirada simple
Guerrera fuerte y leal
Conquista los corazones
Carentes de afecto.
Es en tu tierna sonrisa
Anclada en tus cortos labios
Y en tu mirada simple
Que se funda el: te quiero
Nuestras vidas,
solvente caminito
arropado en sus bordes
por generoso cercado,
regado por pétalos
de aromas balsámicas
de las más bellas rosas.
Enajenadas de espinas
y de pegadizos abrojos,
sin cardos ni ortigas,
firme y llana la senda.
Entre algodones de azúcar
y lunas de miel,
ríos de aguas cristalinas
y corrientes de ensueño.
Me arrancaré el corazón
y las flores de otoño,
vaciaré el tintero
sobre los blancos folios,
desterraré de mi frente
los castillos de naipes,
adormeceré la mente
con acupuntura barata…"
Soy el novio de funestos vacíos,
el que recita versos muertos
a las paredes sordas.
El vagabundo de paisajes ruinosos
tras cuatro estaciones de espera,
entre áridas esperanzas
naufrago entre mis sesos
desconectando brumosas memorias,
rompiendo esquemas,
arrancando recuerdos,
destrozando imágenes
de lienzos muertos.
Catastrófico es despertar
cuando andas perdido
entre ruinosas callejuelas
de enigmáticas incoherencias
y angostas avenidas de incomprensión.
Esclavo de mis caprichos
nada queda de mi fantasmal reino.