martes, 28 de mayo de 2013

No cedo a la duda



No cedo a la duda;
Sólo al temor cedo,
Aferrado al miedo
Que al corazón anuda.

Ser lo que se merece
A mi razón ocupa,
Este amor que aúpa
Y en sus brazos mece.

La fe recuperada,
Corazón liberado;
Al fin has encontrado
La mujer esperada.

Llenado el espacio,
Del corazón vacío,
Vibra éste, con brío
Y de su miel me sacio.

Tú, mujer deseada,
Que de amor me llenas;
No te llegarán penas,
Sólo amor en cascada.

Y mirando las flores,
Que adornan el prado,
Espero apasionado
Que de mi te enamores.

Nieve en el Teide

Nieve en el Teide

 

La nieve se ha adormecido en la cumbre,

las galerías cantan,

frente al ancho crepúsculo de invierno,

el agricultor soñaba

esperando la coyuntura

que propicia la abundancia.


¿Quién pudiera entender de las galerías,

el secreto del agua recién llegada?

Ese himno oculto a todas las miradas,

etéreo gorjeo, suave melodía

más allá de las almas.


Es increíble pero todo esto

que hoy es tierra inerte bajo el frío

será mañana, al amparo de los alisios,

todo verdor, desde las cañadas

hasta el inaccesible Teide

de nieve cubierto, todo cano.


Con la nieve que se disuelve,

mitiga su sed la huerta próvida,

la atarjea su caudal levanta

inundando la tanquilla, ¡el agua vuelve!


La semilla escondida su faz asoma,

sus rubias pomas la papa forja,

en arcas de coral la almendra cuaja,

alumbra el tomate de esmeralda y carmesí,

la platanera se dobla al peso de su dulce carga,

el maíz, de espiga altiva, ceba su grano,

el aroma del tinto, que la herida cura

y para nuestros hijos la alegría alcanza.


La nieve todo lo cubre sin borrar la forma,

con diestro pincel el paisaje corrige,

almacena esperanza, regula el clima,

augura buena cosechas

y reitera la breve sentencia:

Año de nieves, año de bienes”.