perezosa la ciudad despierta,
el puerto se hincha
de máquinas y pueblo
y hambriento el ferry
atracado espera.
abre, en un pispas engulle
hileras de vehículos que rugen,
faros rutilantes
y pasos apresurados.
sosegada la ciudad se aleja
y tras la popa la estela
que al buque no alcanza.
yace mi cuerpo,
medita mi alma
atada a la cumbre iluminada
por sonrisa de mujer,
que acentúa la alborada.
al instante,
enamora su mirada
que busca presencia,
exige alianzas.
envuelto en la melancolía
de ausencia y de vacío,
carente de un abrazo
perdido en el tiempo
que impone y obliga.
17/3/2013