Rectitud y bondad,
firmeza y amor,
sermón andante,
ejemplo que educa.
Paladín de la virtud,
en la rectitud de su honradez
se viste de galas
la bondad infinita.
Su palabra suave
de confines convincentes,
somete a la obediencia
con dignidad e hidalguía.
La misericordia, la devoción
y una fe inquebrantable
eran, de mi padre, la divisa
que me inculcó el amor
a Dios y el camino recto
de la tolerancia y la ternura.
A pesar de la enfermedad cruel
y el cautiverio de la pobreza
que en su pecho abrieron
incurable herida,
nunca cambió su rumbo
con la certeza de la muerte
y más allá de ella
la esperanza de vida.
Padre devoto, amigo fiel,
compinche en las hora malas;
previsor limpia de piedras
el camino,
chapea las espinas y los abrojos,
facilita el paso a sus hijos
y previene los tropiezos.
Hoy todo lo evoco, padre mío;
tus quejidos, la voz triste,
tus palabras postreras,
tus últimos consejos
a mi ceñidos,
la lúgubre tarde que te fuiste.
Oiga el universo este himno,
el clamor de mis versos
y estés dónde estés,
tu alma los perciba;
versos de amor, devoción y respeto
que eternizan en mí
tu presencia siempre viva.
Fallecido el 25 de marzo de 1977 a los 71 años.