martes, 8 de diciembre de 2020

Moribundo otoño



La gélida brisa

del moribundo otoño,

obliga al recogimiento.


Largo se hizo noviembre;

amenazante y chantajista,

enfermo y abatido.


Sacó lágrimas que no secó,

sembró insidias

y preludios de desolación.


¡Oh, onceno hijo del bisiesto dos mil veinte!


Dejaste más penas que glorias

y en tantas memorias

de mis años viejos,

tan aciago noviembre

no recuerdo ni de lejos.


Amaneceres de rosa y oro

ante calitas sin bañadores

y atardeceres para el recuerdo

en las lentes de la distancia.


Nos aboca a navidades

de silenciosos sonidos

y la estrella del oriente

fulgorea ante miradas ausentes.


Los balcones de las guirnaldas

iluminan el silencio

de las calles desiertas.


El cochinillo y el vino reposan

en las estanterías

y alrededor del banquete

las butacas vacías.


Y en el horizonte

cubierto de nieve,

la semilla escondida

espera la primavera.


8-12-2020






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