Te has ido definitivamente,
llegó tu hora, casi anticipada,
la gradual endeblez de tu cuerpo
detiene tu actividad;
en silencio te despediste
sin adiós, sin movimiento,
como se va la niebla
como se nubla el cielo,
tomado de la mano del ocio
te reclinas en un descanso eterno.
Te recuerdo en el portal,
de tu casa observar
las hierbas del huerto
en abandono por la frágil
estructura de tus piernas;
pierde su aroma la piña madura
tristes están el limonero y el trino
del sinsonte en sus ramas,
solo el inseparable purito,
le calman al tío las ansias.
¿Dónde han quedado las risas
del pícaro tío ocurrente,
el chiste y el “cuentecito”
siempre a flor de labios,
la “medicinita” que la tía
con ternura rechaza?
Han hecho sitio junto a él
en el mundo del silencio,
solo recuerdos repetidos
en la anécdota presente.
En la sucesión del día y la noche
ora recomenzando la vida
ora la vida ya en su curso
ora la vida en su ocaso
se cerraron tus ojos
y tu estrella ilumina el camino
a tus hijos, con la dulzura
de tu vida y el brillo propio
del hombre, el padre, el tío
y del amigo entrañable.