Dulcemente quiero besarte
cada día al amanecer,
despertar contigo y poder
entre mi sábana abrazarte.
Es el sueño ardiente que aclama
una caricia de tus dedos,
besar esa boca sin miedos
en complicidad con la cama.
Si no llego a la meta ansiada,
de aquel tan codiciado sueño,
al alba en silencio y empeño
pinto tu faz en mi almohada.
Vendrán pronto, vendrán los días
para esta pobre y corta vida,
la ensoñación será cumplida:
fundir tus ganas a las mías.
Dulce fuego en el que me abraso
tan apretado y tan fluido,
lo aciago ha desaparecido
y el sol brilla más en su ocaso.