lunes, 7 de septiembre de 2020

DESDE EL BALCÓN DE POPA

Allí varado con la mirada puesta

en la colina que se va alejando

y tras la popa la estela buscando,

la quilla entre la espuma envuelta.


Al fin ocupo la asignada butaca

el alma añora, el cuerpo descansa

mientras allá, en la cumbre mansa,

la mujer duerme y su pena aplaca.

 

Adentro y fuera de aquella casa,

donde trabaja sin descansar

la vida se le va en cuidar

al rebelde abuelito que la rebasa.


Laboriosa la tortilla adereza,

mantiene la pulcritud del aposento,

prepara con celo el condimento

laboriosa y erguida la cabeza.


Dulce envidia me provoca,

aquel díscolo ancianito;

al amparo de la manito

que ausente de mí, no me toca.


Desde mi vigilia disfruto

de todo un mar de crespones;

que agolpados y a empujones

rinden a la fuerza tributo.


Exhibe una singular belleza

ese remanso de onda en onda

subliminal mensaje que ronda

a un sentimiento de tristeza.



Más allá de la tristeza es una

dulce melancolía, por la ausencia

y el vacío, que deja la carencia

de un abrazo que al amor acuna.


Así transcurren nuestros días;

cinco esperando en la distancia

dos apretados a su fragancia

muy pocos para las ansias mías.



17/3/2013






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