en la colina que se va alejando
y tras la popa la estela buscando,
la quilla entre la espuma envuelta.
Al fin ocupo la asignada butaca
el alma añora, el cuerpo descansa
mientras allá, en la cumbre mansa,
la mujer duerme y su pena aplaca.
Adentro y fuera de aquella casa,
donde trabaja sin descansar
la vida se le va en cuidar
al rebelde abuelito que la rebasa.
mantiene la pulcritud del aposento,
prepara con celo el condimento
laboriosa y erguida la cabeza.
Dulce envidia me provoca,
aquel díscolo ancianito;
al amparo de la manito
que ausente de mí, no me toca.
Desde mi vigilia disfruto
de todo un mar de crespones;
que agolpados y a empujones
rinden a la fuerza tributo.
Exhibe una singular belleza
ese remanso de onda en onda
subliminal mensaje que ronda
a un sentimiento de tristeza.
Más allá de la tristeza es una
dulce melancolía, por la ausencia
y el vacío, que deja la carencia
de un abrazo que al amor acuna.
Así transcurren nuestros días;
cinco esperando en la distancia
dos apretados a su fragancia
muy pocos para las ansias mías.
17/3/2013