Somos
novios a escondidas
y
en un querer de puntillas,
toco
su mano a hurtadillas
en
tristes citas fallidas.
Sin
entrevistas cohibidas
para
vernos,
conversar
donde
pueda enamorar
y
en una cita expedita,
asir
la venia bendita
me
urge en serio negociar.
Buscas
al padre severo,
de
carácter mojigato,
con
las reglas sin recato
de
inmutable
justiciero.
Sin
quitarse
su sombrero,
fija
horario limitado
y
bien chaperoneado,
solo
un día a la semana
desde
una silla cercana
ojo
avizor y avispado.
Es
mi caso variopinto,
porque
al elegir pareja
y
tocar la flor la abeja
el
camino fue distinto.
Tuve
que apretar el cinto
el
padre había partido,
muy
quedo abandonó el nido,
que
Dios lo acoja en la gloria
mas,
no para aquí la historia
y
a la mamá se lo pido.
Yo
te acepto, pero pasa,
me
asegura con honor
que
aquí el hermano mayor
es
el hombre de la casa.
El
decide quién se casa
representa
a sus hermanas,
son
tres bien criadas cubanas
no
es un caso del azar,
tú
lo vas a comprobar
de
él se sienten muy ufanas.
Está
duro el mantecado,
¡qué
lío, qué compromiso!
Porque
el amo del permiso
es
el celoso cuñado.
Animoso
e ilusionado
le
comento mi esperanza,
la
dicha que mi alma alcanza
al
compartir el amor
de
su hermanita menor
y
contar con su confianza.
Sonríe
con picardía
y
otorga el consentimiento,
solo
exige el fundamento
del
noviazgo día a día.
Se
desborda la alegría
en
mi corazón valiente
y
para el año siguiente
sin
futuro promisorio
organizo
el casorio
enamorado
e imprudente.