Tengo un nieto, no es pequeño,
se irgue como hombre maduro
al otro lado de un muro
de ondas, que ahogan mi sueño .
Le escribo desde el rincón,
donde siempre espera un beso,
reo de la vida preso
a la espera de otra opción.
Y en un tiempo de locura
vi los hijos con dilemas,
los nietos fueron diademas
al abuelo con ternura.
Amores intransferibles
en escala descendente;
mis padres, mención presente
y el de hijos indestructible.
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