Perdí
mi tiara, mi altar sin placeres
mundanos,
con pena brilló mi frente
y
ante el sol se levantó indiferente
a
las angustias de hombres y mujeres.
Hoy
tengo miedo de las hojas muertas,
y
aparto de ti mi corazón frío,
miedo
de prados llenos de rocío
y
de poder tocar en otras puertas.
No
encontrarás besos como los míos
ni
ojos que lloren como yo he llorado;
con
la ternura que yo, te he amado
ni
tendrás el sol de los días fríos.
Caminaste
voluptuosa y malvada
en
el interior de mis brazos buenos,
con
tu desprecio pusiste los frenos
a
la colmena, de miel intocada.
Sobrellevé
en mi carne tu abandono
y
de pronto estrangulé tus venenos
en
mis desvaríos y desenfrenos;
[aquellos
los que en mi alma hoy arrincono]
Y
juntos viajamos hacia la aurora
volver
a empezar no vale la pena,
fugitivos
de la misma condena,
lo
que ignoraba, no lo callo ahora.
No
fue este amor, un amor de cobarde
pero
ahora el menú para una cena,
aunque
sea nutritiva y amena
la
mesa de a dos ha llegado tarde.
Junio
de 2007.