Desconfianza, robaste mi paz.
Desconfianza, expoliaste mi sonrisa.
Desconfianza, timadora,
¿por qué llegaste
a desvalijar la armonía?
Ladrona, un día te alejé de mi vida,
¿por qué otra vez llegas
como sutil cleptómana
siseando la concordia?
Te dejo con tu vida, con tu criterio,
con tu gente, que más te entiende,
que recoge tu recelo y tus celos.
No, Desconfianza, lo baladí
no se antepone a lo serio.
Desconfianza,
no cargaré en mi presente,
con tus atracos del ayer,
ni me proyectaré en alguna
víctima, desconocida
que por ti el dolor sufrió.
No hay soledad más solitaria,
que la que deja la sospecha
y si no te asisten las mentiras,
¿cuál es tu origen, Desconfianza?
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