No existen ataduras ya todo está roto,
Lo a dispuso el cielo así, venerado sea;
Acerbo vaso, con gusto agoto
Mi psique sestea al fin: nada desea.
Te amé, no te amo ya; medito al menos,
¡Nunca si fuera yerro la verdad mire!
Que tantos años de sinsabores llenos
Absorba el olvido, el corazón respire.
Lo has quebrado sin perdón; mi orgullo
Una y otra y otra vez hollaste insano,
Mas, nunca la boca emitirá un murmullo
Para imputar tu comportamiento tirano.
Quiso el eterno y fue: ¡loado sea su nombre!
Todo ha terminado: rescato mi aliento
¡Querubín de las vendettas! Ya eres hombre,
Ni temor ni afecto al observarte siento.
Cayó tu diadema, se enromó tu espada
Y hoy, al fin, jovial libertad respiro
En un mundo sin ti que de mi se apiada
Y en intensa y vasta compañía me miro.
¡Vivo dichoso hoy! Y en cada día,
Poseo amor que se muestra eterno,
Regocijando como nuca el alma mía,
Generoso, fiel, enérgico y tierno.