Veo como en solitario van pasando
lentas, mis horas de insomnio y fiebre,
¡ay! Y para evitar que mi alma quiebre,
¿Hay alguien a orillas del lecho velando?
Como enjambre que el panal abandona,
mis pensamientos zumban en mi mente
con ferocidad y constantemente,
inoculan ponzoña que al alma encona.
Sediento de amor camino hacia el día
de la apertura, del refugio entre unos brazos
que me rediman de inestables bandazos,
me arropen en quietud y me sirvan de guía.
Y mientras viva, estaré entre esos brazos
abrigado en el sosiego de su ternura,
sin salirse de los míos, ¡divina locura!
sublime, excelso, sin trabas, sin lazos.
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