miércoles, 29 de mayo de 2013

Al partir

Tímida despunta la aurora

perezosa la ciudad despierta,

el puerto se hincha

de máquinas y pueblo

y hambriento el ferry

atracado espera.


Sus gigantescas fauces

abre, en un pispas engulle

hileras de vehículos que rugen,

faros rutilantes

y pasos apresurados.


La marinería suelta amarras,

sosegada la ciudad se aleja

y tras la popa la estela

que al buque no alcanza.


En la butaca de la añoranza

yace mi cuerpo,

medita mi alma

atada a la cumbre iluminada

por sonrisa de mujer,

que acentúa la alborada.


Más que una sonrisa

al instante,

enamora su mirada

que busca presencia,

exige alianzas.


Un amor de distancia,

envuelto en la melancolía

de ausencia y de vacío,

carente de un abrazo

perdido en el tiempo

que impone y obliga.




17/3/2013









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