Lo separó del rumbo,
la borrasca tormentosa;
perdido en el misterio de la noche
y la furia del mar.
La nave sin rumbo carga,
la nostalgia y la amargura;
murmurando sus temores
balanceada por las ondas.
En las manos caídas, el celular
silencioso, inerte entre los dedos,
sólo confiado a la bondad
de los dioses del destino.
Arrecia la borrasca
en la fría arrogancia de la noche,
y la ciudad se pierde
entre la oscuridad y el viento.
Se arremolinan las palabras,
instigan con dolor el miedo
que azota al pensamiento,
y la espera es tan notoria
que quebranta el corazón.
Una espesa niebla enmarca
el silencio de la calle empapada,
donde apenas una simple vela
alumbra la ausencia de sol.
Cuando… a la media noche
enciende luces, la mujer
de suspiro vehemente;
de suave caricia
y apasionado susurro.
Y tras una cena frugal
se rinde la noche,
al calor de su llamado.
14-02-2013
Edel@vateignoto
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