martes, 6 de octubre de 2015

A MI HIJA A SUS CINCUENTA



Nació una flor en el campo aquel,

Pero, caray, ¡que llorona era!

Todos la querían en sus manos

Pero ella no dejaba a cualquiera.


Vivió la infancia con mucha fuerza,

Ejercitando como relacionarse

Y aunque muy dura de cabeza,

También aprendió a desvelarse.


El amor llegó muy temprano,

¡Qué mundo, aquel, maravilloso!

Pese a que también la deprime,

¡Fue un tiempo tan hermoso!


Cayeron por cuenta gotas los hijos,

¡Ay! Dios mío, ¡qué dolor! ¡Cuánta ventura!

Tiempo para pensar sin respiros,

Desbordando, la flor, de amor y ternura.


Ahora, ¿qué quiere tener en cuenta

Para toda la corte que la rodea?

Que fuerte y sabia a los cincuenta

Ni una tímida arruguita le afea.


Para cubrir la historia de estos años

Un ramillete de versos aquí atrinco,

¿Imagina, usted, las cosas que han pasado

Desde mil novecientos sesenta y cinco?


¡Cuantas cosas vividas en diez lustros!

Desde aquella juventud algo imprudente;

¡Qué de iras, que de risas, amores y sustos!

En un poema no cabe tanta gente.






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