martes, 6 de octubre de 2015

A MI QUERIDO TIO PERUCHO

Te has ido definitivamente,

llegó tu hora, casi anticipada,

la gradual endeblez de tu cuerpo

detiene tu actividad;

en silencio te despediste 


sin adiós, sin movimiento,

como se va la niebla

como se nubla el cielo,

tomado de la mano del ocio

te reclinas en un descanso eterno.

 

Te recuerdo en el portal,

de tu casa observar

las hierbas del huerto

en abandono por la frágil

estructura de tus piernas;

pierde su aroma la piña madura

tristes están el limonero y el trino

del sinsonte en sus ramas,

solo el inseparable purito,

le calman al tío las ansias.


¿Dónde han quedado las risas

del pícaro tío ocurrente,

el chiste y el “cuentecito”

siempre a flor de labios,

la “medicinita” que la tía

con ternura rechaza?

Han hecho sitio junto a él

en el mundo del silencio,

solo recuerdos repetidos

en la anécdota presente.


En la sucesión del día y la noche

ora recomenzando la vida

ora la vida ya en su curso

ora la vida en su ocaso

se cerraron tus ojos

y tu estrella ilumina el camino

a tus hijos, con la dulzura

de tu vida y el brillo propio

del hombre, el padre, el tío

y del amigo entrañable.

 


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