Aprendí de amores
de tiernas raíces,
de limbos felices
y sol sin dolores.
No los trae el viento,
la pasión los sopla,
nacen de una copla
y hurtan el aliento.
Tasan
el enojo,
linchan la tristeza,
irguen la cabeza,
cortan el abrojo.
Miran
la pareja,
al par su lugar
y el halo inmortal
fulmina la queja.
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