En la vigilia que se alongó hasta doler;
insomne voy tras el sueño reparador
y en tétrica danza de dormir y despertar
reptan lentamente las horas.
Afuera, como bestia cansada,
se oye el gélido rugido del viento gris;
dobladas sus espaldas por el peso
de la niebla, que a mi garganta abrasa.
La noche ha sido larga, muy larga,
el ventarrón no ha cesado de soplar,
aterido y rabioso, inicuo y perverso
dejando en mis hombros insana rigidez.
¿Por qué no dejas noche larga
que la calima emigre hacia otras tierras
y así podría avanzar mis pasos
junto al mar y sepultar mi pena?
1012015
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