Nuestras vidas,
solvente caminito
arropado en sus bordes
por generoso cercado,
regado por pétalos
de aromas balsámicas
de las más bellas rosas.
Enajenadas de espinas
y de pegadizos abrojos,
sin cardos ni ortigas,
firme y llana la senda.
Entre algodones de azúcar
y lunas de miel,
ríos de aguas cristalinas
y corrientes de ensueño.
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