Mortal la ponzoña
que ha clavado
en este corazón,
que ya no controla
al inicuo arquero
del indiferente enfado
que deja mi mitad sola.
letales los cromos
argüidos, camuflados
de rojo y grana,
-que me obligan
a deletrear olvido-
con retoques
de vieja campana.
Tiro del repulsivo
y las flores de otoño,
vacío el tintero
sobre blancos folios,
destierro de mi frente
los castillos de naipes
y sedo mi mente
con acupuntura barata.
Suelto amarras
a solitaria barca
de proa, a seguro puerto
de aguas mansas
y mar de calmas
sin los enigmas
de la incoherencia.
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